La historia de los mineros y sus familias que un tiempo vivieron en esta ciudad abandonada aún persisten en las ruinas del pueblo fantasma.
Pese al deterioro y el pasar de los años las ruinas esconden todavía numerosas estructuras de antiguas casas, molinos, bocas de minas e ingenios que desbordan historia.
El Pueblo Fantasma se encuentra muy cerca de la comunidad de San Antonio de Lípez, a una altura de 4876 metros. Nació como un enclave minero para la explotación de la plata y se llamó San Antonio del Nuevo Mundo, en un lugar donde ya en época prehispánica existía una importante actividad de extracción. Se tienen noticias del asentamiento al menos desde los primeros años del siglo XVII lo que lo convierte en uno de los primeros centros de explotación mineral levantados en la época colonial. Tras siglos de historia y prosperidad llegó la decadencia de la industria minera y el poblado fue completamente abandonado.
Cuentan los pobladores de San Antonio de Lípez que este pueblo abandonado, en tiempos de la colonia habría alcanzado a tener más población que la misma ciudad de Potosí, si bien hoy todo son ruinas de un pasado de esplendor. Se dice que la riqueza del lugar llegó a ser tanta, que los materiales de las casas no se unían con adobe o argamasa sino con harina de grano, o que entre los muros de las construcciones se encontraría todavía la plata escondida por los últimos pobladores antes del abandono de la ciudad. Son historias y leyendas que rodean forzosamente uno de los lugares más sugestivos del territorio de Lípez, donde se dan cita la solemne grandeza de paisajes extraordinarios con las ruinas evocadoras y fantasmagóricas de una ciudad muerta.
La leyenda más popular que explica el abandono de San Antonio del Nuevo mundo narra que sus pobladores establecieron un pacto con el diablo, para que este les concediese riquezas ilimitadas a través de las minas. Pero los habitantes no cumplieron con su parte del pacto y por tanto el diablo exterminó a casi todos los habitantes del pueblo. Los pocos que sobrevivieron empezaron a ver poco tiempo después los fantasmas que vagaban por la ciudad y muchos otros hechos inexplicables, lo que desencadenó el abandono definitivo de la ciudad. El lugar reúne el encanto de lo fantástico, lo tétrico y lo escalofriante con la historia absolutamente real del trabajo arduo de los pobladores del lugar y la riqueza de un pueblo minero albergado entre las montañas.
El recorrido por las ruinas se realiza con un guía de la misma comunidad que además de ser un trabajador minero, domina la historia de su pueblo, de modo que podrás aprender los secretos y las técnicas del terrible trabajo en las entrañas de la tierra o temáticas ligadas a la explotación minera informal. Al mismo tiempo podrás escuchar historias de sus antepasados y leyendas antiquísimas que los pobladores de la zona conservan celosamente y se transmiten de generación en generación.
El mejor modo para recorrer los extraordinarios senderos de la historia es hacerlo a través de la voz de los herederos de la minería y de su inmenso patrimonio oral. Atrévete a visitar uno de los lugares más misteriosos de Bolivia. Estarás en buena compañía. Para mayor información contáctanos.
Información adicional
Se recomienda el uso de un tipo de ropa abrigada y para condiciones climáticas ventosas, zapatos cómodos de huella, gorra, sombrero, lentes para el sol y cámara fotográfica.
Dónde
Comunidad San Antonio de Lípez, municipio de San Pablo de Lípez, departamento de Potosí.
Transporte
En transporte privado
Desde Uyuni o desde Tupiza es necesario llegar hasta las comunidades de San Cristobal por carretera; la duración del viaje es de 2 horas. Desde allí parte una vía hasta San Antonio de Lípez; desde este punto la duración del viaje es de 2 horas más. Al sitio se accede a través de una caminata por el pueblo de San Antonio de Nuevo Mundo que dura 30 minutos aproximadamente.
En transporte público
No hay transporte público disponible.
Reglas de visita
Por tu salud y la salud de la población, recuerda cumplir con todos los protocolos y códigos de conducta de bioseguridad antes y durante tu estadía: llevar barbijos y desinfectante de manos, además de un botiquín de primeros auxilios, con protector solar y medicamentos para el mal de altura.
Durante tu visita recuerda proteger el patrimonio cultural y natural de la región.